Y bueno, más vale tarde que nunca … pero no puedo empezar el blog de mi nuevo hogar sin cerrar aunque sea con algunas líneas el que me acompañó durante tanto tiempo en Grand Turk.
Previamente a mi toque final en la isla, pasé mis vacaciones de casi un mes en Argentina disfrutando la compañía, el amor, las risas y las quejas (obvio….) de amigos, familia, conocidos y no tanto.
Lindo pasar unos días hermosos en mi ciudad disfrutando también mi casa a la que se sumó la compañía de Andreita durante 3 semanas en las que fue vivir de nuevo un poco nuestros tiempos de Honduras, prometiéndonos todos los días: - Hoy nos vamos a dormir a medianoche…. Para finalmente quedarnos charlando hasta cualquier hora o mirando mil veces capítulos de Sex and the City.
Fue muy bueno pues a ambas nos sirvió mucho. Contención mutua en el momento en que ambas lo necesitábamos, lloramos muchos también pero nos reímos a morir :)
De allí, me fui a Miami donde también disfruté como corresponde ;) y de ahí sí me fui a Grand Turk. Llegué el día 24 de diciembre que no se hace nada en la isla. Allá se festeja el 25 con una cena que, bue ya saben, es tipo a las 4 de la tarde y hasta las 9 de la noche. Pero estuvo bien.
Me hospedé en una casa donde había mucha historia personal triste, pero decidí cagarme en eso. Sí, un karma pero bueno, eran 5 días, me la prestó María (una cubana divina que labura a full pero también administra entre otras cosas, esa casa) y la verdad no pasé mucho tiempo en la casa.
Pasé más tiempo caminando, buceando, ocupada preparando mis maletas y sobre todo viviendo la isla más como turista que como habitante. Fue bueno estar ahí esos días.
Primero porque hice un poco de vida social con la gente que habitualmente va para Navidad y Año Nuevo, en la forma en que lo hacía cuando yo también era turista. Volví a ver gente que conocía desde la Navidad del 2007 y buceaba conmigo, fui a cenar afuera, a tomar tragos, a la cena de Navidad fui con un amigo como su “date” como dicen los yanquis. Y eso también fue bueno, pues para la gente de la isla yo era algo así como “la viuda de Felix” y de pronto pasé a ser una buceadora más de vacaciones otra vez que iba y hacía vida social. Y también fue bueno encontrar que mucha gente me deseaba lo mejor para mi nueva vida en Jordania pero también esperaban que volviera pronto a visitarlos o a vivir allá.
Los dueños de Water’s Edge (la casa que cuidé de mayo a noviembre del 2010) me dijeron que si no me quedaba en Jordania y quería pasar el verano en la isla, ellos estarían encantados que yo volviera a cuidarles la casa de fines de abril hasta noviembre. En realidad no es mi plan pero es bueno saber que confían en mí y que siempre tengo un hogar que me espera en mi isla :)
También mi amiga inglesa Phyllis, que se toma un par de meses en el verano para ir a Europa me ofreció si quería cuidar su casa un par de meses. Mi amiga Eli, la dominicana, está por abrir un restaurante en la playa y también me dijo que si quiero volver ella me consigue un permiso de trabajo. Son todas cosas gratificantes aún cuando no esté en mis planes volver, al menos no por ahora.
Volviendo a esos días de diciembre, estuvieron bien.
Fue bueno encontrar un par de cosas que me recordaron por qué era bueno irse a vivir a otro lado. Esas cosas que a los turistas le parecen pintorescas (las fiestas con música medio reggae, con la gente medio en pedo desde temprano, alguno que otro fumado, pasando siempre las mismas canciones TODOS LOS DIAS….) y que para uno que vive ahí, a menos que también esté en pedo siempre, ya está, ya fue.
Traté de vivir esos días con la alegría y el agradecimiento de todo lo hermoso que la isla me dio. Lo lindo que pude vivir ahí. Desde ese maravilloso mar, ver crecer a Lola (la hija de Tonya, razón por la cual me mudé los primeros meses allá por febrero del 2009), la vida de buceadora, la playa eterna, la vida sin tiempo, ese paraíso propio, esa simple alegría de volver a disfrutar la compañía de los perros que extrañaba desde había tanto tiempo, el desinterés por cosas más materiales, el estar todo el día al aire libre, descalza, en bikini o traje de buceo…
Y sin pensar en los dolores o todo “lo que no tuve” o “lo que no pudo ser”. Todo pasa por una razón y tuve en Grand Turk, mucho más de lo que la mayoría de la gente sueña tener en toda su vida. No puedo hacer más que agradecer esos 20 meses. Las pocas amistades que allí nacieron, son de oro y sé que me acompañarán siempre. Y aprendí tanto sobre mí. Sobre lo que soy capaz de hacer y lo que nunca más volveré a hacer.
En unos pocos meses, luego de mi próximo viaje a Argentina, pasaré nuevamente unos días, porque así fue armado mi pasaje (increíble pero es más barato salir de Providenciales a Europa que de Miami…). Y aprovecho para cerrar todo (o lo más posible) que aún queda allí y tengo que resolver (algo de ropa, libros, cosas así…).
Sé que también esos días serán distintos de todo: de mis antiguos días de turista, de mis días de habitante de la isla y de esta última Navidad que pasé allí. Será una experiencia diferente. Porque yo soy diferente ahora. Una Estela-Edelle se mudó a la isla, otra vivió acompañada, otra vivió en Water’s Edge sola y otra muy diferente se fue de la isla para empezar una vida en el Medio Oriente.
Y aún ahora, después de haber abierto los ojos de verdad, otra aún distinta vive en Jordania. Una que sabe que su lugar paradisíaco, de aguas turquesas, calmas y cálidas, arenas blancas, buceo perfecto y hermosos atardeceres de suave brisa, caminatas y noches de cielo con tantas estrellas que te hacen sonreir sin querer… ese lugar va con ella a todos lados.