lunes, 6 de julio de 2009

Razas y costumbres



¿Qué raza somos los argentinos? Nunca me puse a pensar en eso porque al tema del racismo mucha bola no se le da en Argentina. A lo sumo está este racismo pedorro de hablar de los "villeros", "bolitas" y esas boludeces nuestras que en realidad mucho no dicen ni definen más allá de ser usadas con clara intención de ofender al destinatario por más que viva en un barrio cerrado en Pilar o haya nacido en Frankfurt. La cuestión es joderlo un poquito usando algún apelativo de esos como diciéndole: "Sos de cuarta".
Supongo que al haber una mezcla de cosas de todos lados el concepto de racismo es medio estúpido y además siempre se usan los términos generalizados y confundidos por una cuestión de costumbre (tipo decir rusos a los judíos, gallegos a los españoles, chinos a todos los asiáticos, etc.)
Pero acá, en Grand Turk, sí existe el concepto de raza/racismo y se nota. Los TI (Turk islanders) u originarios de la isla, son negros. También los inmigrantes de Haiti y Jamaica que viven acá ya sea con permiso de trabajo o no. Por otro lado están los blancos que son los ingleses,irlandeses, canadienses, yanquis, algún que otro alemán, etc. Y los dominicanos que, supongo, son considerados de raza latina. No hay barrios separados ni nada. Todos los barrios están mezclados pero hay una calle (Front St./Duke St.) conocida como la "White Strip" donde viven un grupo importante de blancos. Ahí viví yo en mis primeras dos casas (sí, ya voy por la 4ta. vivienda...). Hay también un grupito de chinos (creo que son chinos) que trabajan en una construcción o reconstrucción de un hotel que los conozco porque van a usar a Internet a los mismos lugares que yo, pero no socializan con nadie fuera de su propio grupo y los saludos cordiales que intercambiamos por compartir la señal de Cable & Wireless pública y gratuitamente.
El punto es que no se sabe qué raza soy yo :)
Hasta ahora en la isla creo que somos solamente dos sudamericanos. Mario, un colombiano divino y yo. Tendría que preguntarle a él. Por ahora supongo (y Felix opina lo mismo) que al igual que los dominicanos debería considerarme raza latina pero como no hablo como ellos y mi piel es levemente más clara, hay ciertas dudas.
Hasta los perros están desorientados al respecto. Con los perros sucede algo un poco desconcertante. Inclusive diría que me pareció hasta vergonzoso al principio, los meses que estuve trabajando en SandBar. A veces venían clientes con sus perros y se sumaban los otros perros del barrio. Y cuando pasaban por la calle chicos TI (negros obviamente) que salían del colegio o cualquier otra persona negra, los perros se les lanzaban encima puro ladrido amenazante. Claramente son perros preparados para ladrarle a los negros. Una vergüenza...
Pero sucedía que cuando yo pasaba caminando por ahí algún perro empezaba a ladrarme y a los dos segundos se detenía como dudando y se iba para otro lado. Supongo que me descartaba del grupo objetivo.
Hace unos días descubrimos que en las zonas donde viven más TI y haitianos los perros hacen los contrario: se le van encima a los blancos, tipo a morder los tobillos (de hecho uno de los hermanos de Felix que es bien blanquito vino medio horrorizado y asustado de cómo se le había tirado un perro encima) y descubrí que esos perritos también dudan cuando me van a ladrar. Así que estoy en el medio. En el grupo favorecido por la duda de los perros je je.

La gente que no venía a SandBar, es decir que no me conoce por mi trabajo anterior, también de alguna manera no entendía (supongo que algunos siguen sin entender...) cuando salgo a hacer mi caminata aeróbica diaria. Como recorro todos los barrios pues la isla es muy chiquita, primero me miraban como diciendo: - ¿Qué hace ésta acá?
Los días siguientes ya me saludaban moviendo la cabeza y ahora ya sonríen condescendientemente seguramente pensando que no tengo idea ni de dónde estoy.
Ahora cuando paso por los bares dominicanos, si voy sola, me dicen: -Mami, deja de caminar y vente a tomar una Presidente! (invitación que ignoro fingiendo escuchar la música del iPod) y si voy con Felix me dicen - Mami, todavía con el gringuito? (y ahí como voy sin el iPod tengo que fingir que no me hablan a mí porque si no, me da un ataque de risa y no le puedo decir a Felix qué es lo que me dijeron :)

Pero está bueno no sentirse de ninguna raza en verdad y sobre todo no arrastrar con uno ese concepto de racismo. Hablo con los que me caen bien más allá de su origen y no hablo con los que no me banco y punto. Y ninguno me discrimina al menos. Por ahora no me han clasificado y tiene sus ventajas. Además ahora vivo fuera de la "calle de los blancos" con vecinos de todos las razas posibles.

Está claro también, adaptándome a los lineamientos isleños, que formo parte de una pareja interracial pues mi novio es blanco y yo soy latina o no sabemos qué. Lo cual contribuye uno poco más a nuestra ya característica de "extraña pareja" pues somos los únicos que no tenemos auto y vamos caminando a todos lados, que paseamos por todos los rincones de la isla sacando fotos, que vamos juntos a todas partes y que caminamos de la mano o abrazados por la calle.
Acá las expresiones de afecto públicas son escasas y está prohibido legalmente el tema de los besos en público (french kisses o besos de lengua digamos...). Sí, tal cual. Te pueden llevar en cana por besarse así en público, manito en la cola o cosas así. Salvo si lo hacés en un bar donde la concurrencia es de blancos solamente o estando en el mar o cosas así. Me acuerdo que me habían dicho que en Barbados era lo mismo cuando fui.
En Londres podés hacer cualquier desastre en la calle, pero las colonias inglesas tienen estas cosas que no se entienden...La corrupción está a la orden del día, al nivel de cualquier país latinoamericano, pero besos en público NO,NO y NO! :)
De cualquier manera, la gente que uno ni siquiera conoce tiene eso de familiaridad que me encanta. No importa por donde vaya, siempre saludan. Sobre todo los chiquitos. Siempre te saludan en inglés por las dudas a menos que ya reconozcan que uno habla castellano, pero siempre saludan muy educadamente y sonríen cuando uno pasa. Desde esos niños hasta las señoras que se ponen sus mejores sombreros para ir a la misa domingos de cualquiera de las iglesias que hay, pasando por los que están borrachos o se fumaron un porro.
Es un lugar raro, difícil para algunas cosas, re fácil para otras. Pero lindo y muy mío que sé que voy a extrañar en muchos aspectos el día que me vaya. Por ahora lo disfruto con sus pros y sus contras y en cada caminata miro las cosas como la primera y la última vez, disfrutando como siempre el hoy.

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